Breve encuentro con… VIKTORIA MULLOVA: “Lo más importante es estar presente para disfrutar, odio la música de fondo”
Viktoria Mullova estudió en la Escuela Central de Música de Moscú y en el Conservatorio de Moscú. Su extraordinario talento atrajo la atención internacional cuando obtuvo el primer premio en la Sibelius Competition de 1980 en Helsinki y la Medalla de Oro en la Tchaikovsky Competition del 1982, seguida, en 1983, de su dramática y mediática deserción hacia Occidente. Desde entonces ha interpretado con las mejores orquestas y directores del mundo y ha participado en los principales festivales internacionales. Ahora es conocida por su excepcional versatilidad e integridad musical. Su curiosidad abarca el desarrollo musical en toda su amplitud, desde música barroca y clásica hasta las influencias más contemporáneas del mundo de la música experimental y fusión.
¿Podemos concebir la vida sin música?
Pues solo puedo hablar por mí, quizás no sea igual para todo el mundo… Tengo mucha suerte de ser música y no puedo imaginar mi vida sin la música. Podría vivir sin tocar, pero lo echaría muchísimo de menos. Pero no puedo imaginar mi vida sin nada de música. Me encanta escucharla mientras viajo, en coche o en avión, o bailar con algo de buena música ya sea en casa o de fiesta… pero, quizás lo más importante para mí, es estar presente para disfrutar de la música. Odio la música de fondo como la de los restaurantes, hoteles, taxis…
¿Nos podría decir cuál es su primer recuerdo musical?
Mis padres me cantaban cuando era pequeña. Me decían que me encantaba cantar de niña y se dieron cuenta de que podía entonar y que disfrutaba mucho haciéndolo. Por ello, decidieron llevarme a un profesor de violín local cuando tenía 4 años. También recuerdo un concierto en nuestro pequeño pueblo cuando tendría unos 5 años. El gran violinista Leonid Kogan vino a tocar un recital y me pidieron que le entregara un ramo de flores en el escenario. Fue terrorífico… Parecía tan serio y severo, incluso su sonrisa me asustaba. Eso es todo lo que recuerdo, nada sobre su manera de tocar.
¿Su compositor preferido y la razón de ello?
Me gusta la música de Bach, Beethoven, Schubert, Pkofiev, Shostakovich y tantos, tantos otros… Es difícil elegir, hay tantos maestros. Sin embargo, las sinfonías de Mahler son auténticas obras maestras.
¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado durante su carrera como músico?
El primero, cuando comencé a tocar repertorio del Barroco en su forma original. Tuve que aprender de nuevo la técnica para poder tocar con cordaje de tripa y un arco barroco.
Segundo, cuando comencé a improvisar, hace unos años. Fue la cosa más aterradora que he hecho en mi vida (¡incluso más que cuando tuve que darle las flores a Leonid Kogan!). Como solista clásica, he practicado toda mi vida para interpretar de la forma más precisa y perfecta posible, y cuando improvisas eres muy vulnerable. A veces no suena bien, a veces sí. Pero la sensación de enfrentarte a lo desconocido es terrorífica.
¿Nos podría contar quién ha supuesto la mayor influencia musical recibida en su vida?
Leonid Kogan es, para mí, el violinista por excelencia. Fui su alumna en el Conservatorio de Moscú, pero como más aprendí fue con sus grabaciones, no con sus clases. Encuentro su forma de tocar muy apasionada y honesta, su sonido y fraseo siempre me han conmovido profundamente.
Mi otra gran influencia fue el grupo barroco italiano Il Giardino Armónico, abrieron un nuevo mundo musical para mí. Entonces, en 1993, no podía imaginar que un día tocaría y grabaría con ellos. Otra influencia fue trabajar con Ottavio Dantone, grandísimo intérprete de Bach.
¿Qué recomendaciones nos haría a los amantes de la música durante este confinamiento por COVID-19?
Me encantan las sinfonías de Mahler dirigidas por Claudio Abbado, especialmente la n. 1, n. 5, n. 6 y n. 9.
¿Podría ofrecer algún consejo para los jóvenes músicos?
Les aconsejo trabajar bien, concentrados y con cabeza. No importa cuántas horas al día ensayas, sino cómo ensayas.