Justo Romero, una de las firmas más reconocibles del panorama musical clásico español, ha dedicado una crónica al concierto que sirvió como cierre de la temporada 2022-2023 de la Sociedad de Conciertos de Alicante, ofrecido por el violinista David Haroutunian, del violonchelista Mikayel Hakhnazaryan y de la pianista Sofya Melikyan.
A continuación, les dejamos el texto completo de su crónica:
No ha podido tener mejor colofón la temporada de la Sociedad de Conciertos de Alicante. Una actuación a todas luces sobresaliente, con obras de Schönberg, Jachaturián y Brahms, defendidas por el trío armenio integrado por David Harutunián (violín), Mijaíl Hajnazarián (violonchelo) y Sofia Melikián (piano). Ha sido el punto final de la ya cincuentenaria SCA, organización ejemplar y sin parangón en el universo quebrado de las sociedades filarmónicas. Tres artistas que el lunes se revelaron de primer rango y que reflejan la excelencia musical de un país cuya dignidad y grandeza se manifiesta también en su admirable nómina de intérpretes y compositores.
Noche transfigurada, obra original para sexteto de cuerdas, mantiene su fuerza expresiva, tan romántica y última, en la que Schönberg parece exprimir hasta el final el movimiento romántico. Al más alto nivel se escuchó y sintió esta obra maestra pre-dodecafónica -se estrenó en Viena, en 1902, aunque su creación se remonta a 1899-, que Schönberg compone inspirado en un poema de Richard Dehmel que describe a una pareja que mientras pasea por un oscuro bosque iluminado por el claro de luna ella confiesa a su amante estar embarazada de un extraño. El inquieto estado anterior de la confesión, los sentimientos enfrentados del amante al conocer el hecho y su posterior comprensión y aceptación, son descritos por Schönberg a través de un lenguaje intensamente cromático, deudor tanto de Wagner y Brahms como de su propia indagación sonora. Expresionismo en los umbrales del dodecafonismo.
Obra maestra total y de totales exigencias expresivas y técnicas, el violín de Harutunián, el violonchelo de Hajnazarián y el piano de Melikián se volcaron en una vivencia -que no “lectura” ni “versión”- de abrasadora intensidad, en la que música y sustancia sonora fueron confluencia de sensaciones y sentimientos. Versión sobresaliente, de impecable virtuosismo expresivo. Interpretaciones así, de tal calado, técnica y musicalidad, llegan fusionadas por el criterio único y conjunto del verdadero sentido camerístico. Luego, tras la emoción de sentir y compartir la obra de arte, platea y palcos del Teatro Principal estallaron en una más que justificada ovación no exenta de bravos. La noche prometía.
Tras un paréntesis a base de breves fragmentos del compositor paisano Aram Jachaturián, abierto con el lírico y singular Sueño para violonchelo tocado efusivamente por Mijaíl Hajnazarián y cerrado con la brillante Toccata en mi bemol menor para piano a solo que interpretó con impactante virtuosismo Sofia Melikián, llegó el Brahms joven y luminoso del Primer Trío con piano, en Si mayor, opus 8, que se escuchó en la versión original de 1854 (luego, en 1889, fue revisado por el propio compositor). El compositor cuenta apenas 21 años cuando completa los cuatro movimientos de esta página maestra del repertorio camerístico. El impulso juvenil, la sutileza lírica, y el característico brío sincopado marcaron una versión brillante, de rotundo aliento romántico, que se explayó en la reflexiva quietud del Adagio y se volcó en las agitadas turbulencias en modo menor que cierran el Allegro conclusivo.
No fue el final del concierto, que se grabó para ser editado en un disco de distribución internacional. Los aplausos, el reconocimiento del público, aún prolongó la actuación con el regalo fuera de programa de “una obra que ustedes inmediatamente reconocerán: la Danza del sable del ballet Gayane”, anunció en un más que fluido español Sofia Melikián. Y allá que se volcaron los tres armenios a dar vida, ímpetu y temperamento a la música del gran Jachaturián, genio de la música armenia, soviética y universal. Ya lo dijo Shostakóvich: “Dicen que el genio de la música soviética soy yo, pero no es verdad, es Jachaturían”. Palabra de compositor.