Del conmovedor intimismo de Mozart al vanguardismo lírico de Webern
Los conciertos del Cuarteto Casals son siempre un acontecimiento cultural de primer orden tanto por la excepcional calidad de los músicos como por la dificultad de las piezas elegidas. En su sexta visita a la Sociedad de Conciertos de Alicante (la primera tuvo lugar en 1998) abrieron la actuación con el Cuarteto de cuerda en re menor, K. 421, de Mozart, una pieza cumbre de la música de cámara del excepcional compositor nacido en Salzburgo. La interpretación fue magistral, directa, con momentos llenos de matices conmovedores, profunda melancolía e intensos contrastes que descubren la soledad interior del autor.
De esta pieza clásica el Cuarteto Casals dio un salto vertiginoso que puso al descubierto la máxima expresión de su calidad interpretativa para abordar Cinco movimientos para cuarteto de cuerda, op. 5, en el final de la primera parte y Seis bagatelas para cuarteto op. 9, en el inicio de la segunda, ambas de Anton Webern, un representante aventajado de la Segunda Escuela de Viena.
Los violinistas Vera Martínez-Mehner y Abel Tomàs, Jonathan Brown, que toca la viola, y el violonchelista Arnau Tomàs, superaron con altísima nota el reto de interpretar a un autor muy profundo y complicado por su compleja escritura melódica y rítmica. El cuarteto brilló a gran altura expresando estas delicadas y al tiempo exigentes piezas de un autor vanguardista que se caracteriza por su ritmo y dinamismo, así como por la textura nítida y espartana, al tiempo que expresiva, de sus innovadoras composiciones.
La última pieza de la fantástica selección fue el genial Cuarteto de cuerda n.º 3, en la mayor, op. 41, de Robert Schumann, en el que se percibe la influencia tanto de Mozart como de Beethoven. Los artistas transmitieron con sensibilidad los contrastes desde los momentos dramáticos y oscuros a los intensos, llenos de expresividad, lirismo y armonía cromática.
El Cuarteto Casals recompensó con creces la inmensa ovación con la que el público premió tan excepcional actuación. Los asistentes disfrutaron cuando interpretaron, con especial maestría y pasión, el último movimiento del Cuarteto op.33/3 de Haydn, conocido como “el pájaro”, que se caracteriza por ser una mezcla de plasticidad, levedad y ambiente lúdico lleno de sorpresas interpretativas. Un momento para recordar que cierra un año de excelente música.