La octava visita del Cuarteto Casals al Teatro Principal tuvo un aliciente especial. Además de escuchar a uno de los grupos de cámara más queridos en Alicante desde su primera actuación en 1998, el público tenía interés por saber cómo ha encajado en este grupo de la élite mundial la joven artista que toca la viola, Cristina Cordero, que recientemente ha sustituido a Jonathan Brown. Las posibles dudas quedaron disipadas desde los primeros compases del recital: Cristina Cordero está perfectamente integrada en el conjunto de cuerda compartiendo escena con los veteranos Vera Martínez Mehner y Abel Tomás Realp al violín; y Arnau Tomás Realp al violonchelo. Su llegada aporta todas las garantías técnicas y mucha frescura en la interpretación. Los asistentes disfrutaron de una velada de emociones y sutilezas. Los cuatro músicos demostraron una sincronización y un equilibro perfectos, en un programa con tres piezas excepcionales.
La noche comenzó con el Cuarteto de cuerda n.º 2 en do mayor, Op. 20 Hob III: 32, de Haydn. La interpretación, con Abel Tomás como primer violín, fue fresca y llena de energía. El público disfrutó de casi media hora de melodías inolvidables y pasajes de gran complejidad rítmica, hilvanados por un fantástico ensamblaje entre los instrumentos, sin que ninguno de ellos perdiese su papel protagonista.
A continuación, abordaron una de las obras cumbre del repertorio camerístico: el Cuarteto de cuerda n.º 9 en do mayor Op. 59-3, de Beethoven. A partir de esta pieza asumió la posición de primer violín Vera Martínez, que dio sobradas muestras de su gran capacidad técnica, su sensibilidad musical y liderazgo. La interpretación sonó redonda, con una ejecución magistral, a la altura de esta obra maestra. Los cuatro músicos afrontaron con maestría y seguridad su complejidad estructural y supieron transmitir la profundidad y diversidad de sentimientos (desde la alegría cargada de energía hasta la melancolía que se funde con la introspección) de la obra. Fue especialmente brillante el segundo movimiento, Andante con moto cuasi Allegretto, que sonó conmovedor y desbordante de melancolía.
En la segunda parte, para cerrar la actuación, el Cuarteto Casals ofreció el Cuarteto de cuerda n.º 9 en mi bemol mayor, Op. 117, de Shostakovich. Esta obra, llena de desafíos técnicos e interpretativos, sonó rebosante de armonías claras y brillantes, ejecutadas con una gran sensibilidad y una técnica extraordinarias. Especial mención merecen los pizzicatos, que aportaron una variedad de colores y texturas sonoras que enriquecieron la expresión musical, creando una atmósfera muy especial tensa, disonante, nerviosa y, en determinados momentos, con toques de ironía, sobre todo en el segundo y también en el tercer movimiento, en este último con un ritmo irregular y una sonoridad percusiva.
La conexión entre los músicos y el público fue total. Al acabar el concierto la calurosa ovación les hizo volver el escenario hasta en cinco ocasiones. Agradecieron las muestras de cariño y admiración con un bis también de Shostakovich: el Tercer movimiento del Cuarteto n.º 3.