El concierto comenzó con una divertida anécdota, el violonchelista Raphaël Pidoux abandonó el escenario despidiéndose con la mano… en realidad iba a buscar el atril que se había olvidado entre bambalinas para apoyar la partitura. A partir de este momento, el Teatro Principal de Alicante se convirtió en un templo de la música de cámara, gracias a la sublime interpretación del Trío Wanderer. Los miembros de la Sociedad de Conciertos, amantes de la buena música, no se quisieron perder el séptimo recital del grupo compuesto por Jean-Marc Phillips-Varjabédian al violín, Raphaël Pidoux al violonchelo y Vincent Coq al piano. Tuvimos la suerte de vivir una velada inolvidable con un programa que exploró las profundidades del romanticismo alemán con tres obras con las que los artistas se sienten plenamente identificados, en las ofrecieron un sonido propio, caracterizado por su calidez, su elegancia, su versatilidad y, sobre todo, por su perfecta sincronía.
La primera pieza del concierto estuvo dedicada a Robert Schumann. El Trío para piano No. 2 en fa mayor, Op. 80, fue una delicia para los oídos, con sus melodías líricas y su rica armonía. La interpretación del Trío Wanderer fue impecable, destacando la perfecta compenetración entre los tres músicos, con un sofisticado equilibrio entre lo lírico y lo dramático. Las voces individuales de cada instrumento se entrelazaron de manera compleja y dinámica para ofrecer unas texturas musicales densas y ricas.
A continuación, escuchamos una joya del repertorio camerístico, el Trío para piano en mi bemol mayor, Op. 148 D 897. Nocturno, de Schubert, una pieza de belleza y complejidad excepcionales. Esta obra, más íntima y reflexiva, fue interpretada con una sensibilidad exquisita, transportando al público a un mundo de ensueño lleno de armonías sublimes. Destacaron los pizzicatos que enfatizaron el ritmo y la pulsación de la música, aportando una sensación de movimiento y energía. Su alternancia con los sonidos sostenidos crearon una atmósfera de misterio y tensión
Tras un breve descanso, la segunda parte del concierto estuvo dedicada a Beethoven. El Trío para piano en si bemol mayor, Op. 97 “Archiduque”, es una de las obras cumbre del repertorio camerístico. El Trío Wanderer abordó esta obra con una perfecta mezcla de madurez interpretativa y una vitalidad impresionantes, demostrando, una vez más, su virtuosismo, su técnica impecable y su profundo conocimiento del repertorio. Los artistas y la obra alcanzaron una simbiosis perfecta, revelando facetas que pasan desapercibidas en otras interpretaciones, resaltando la belleza, complejidad y profundidad de la pieza. Destacó la capacidad técnica de los tres artistas, con especial presencia la amplia gama dinámica del piano, desde pianísimos delicados hasta fortissimos poderosos
El concierto del Trío Wanderer fue un regalo, una experiencia inolvidable que quedará grabada en la memoria de todos aquellos que tuvieron la suerte de asistir hasta el final, cuando después de salir tres veces a saludar al público que aplaudía entusiasmado, ofrecieron una excepcional interpretación del Andante con moto, Op. 100, de Schubert.