El segundo concierto de la temporada ha sido sublime, una experiencia única. Hasta tres veces tuvo que salir a saludar el virtuoso pianista Francesco Piamontesi a un público entregado por su talento, virtuosismo y su sensibilidad musical. El Teatro Principal de Alicante se convirtió en un santuario sonoro en el que Francesco Piemontesi deleitó al público con un programa que exploró las profundidades del romanticismo pianístico, centrándose en las obras cumbre de Beethoven y Schubert. La elección del repertorio, tan audaz como acertada, fue un desafío a su capacidad técnica y a su versatilidad. Como cada vez que visita Alicante, demostró ser uno de los intérpretes más completos de su generación por su personalidad, su gran claridad en su interpretación, lo que permitió a los asistentes seguir fácilmente las líneas melódicas y las estructuras formales de la sonata.
En el escenario volvió a demostrar que su técnica es impecable, pero lo que realmente distinguió su interpretación fue su musicalidad. Cada nota estuvo cargada de significado, cada frase estuvo modelada con un cuidado exquisito. Su sonido fue rico y matizado, capaz de evocar una amplia gama de emociones gracias a su enorme sensibilidad musical y la sabia utilización de distintos recursos técnicos al servicio de la interpretación.
La velada comenzó con la monumental Sonata “Waldstein” de Beethoven. Piemontesi abordó esta exigente obra con una energía y una claridad de propósito que cautivaron desde el primer compás. Su interpretación fue a la vez potente y delicada, revelando matices y contrastes que, a menudo, pasan desapercibidos. La fuga final, un tour de force pianístico, fue ejecutada con una maestría técnica y una profundidad emocional que dejaron al público sin aliento.
A continuación, llegó la Sonata Op. 109, también de Beethoven, una obra de madurez que exigió al intérprete una gran sensibilidad y una profunda comprensión de la estética beethoveniana tardía. Piemontesi se sumergió en el universo sonoro de esta sonata con una entrega total, revelando la belleza íntima y la complejidad estructural de la obra y un excepcional dominio del tempo. La improvisación final, un momento de pura inspiración, fue un testimonio de la conexión profunda que el pianista ha establecido con este repertorio, que vuelve a interpretar para el deleite del público alicantino.
La segunda parte del programa estuvo dedicada a Schubert, autor con el que el intérprete siente una profunda conexión.. La Fantasía en Do mayor, una obra de juventud fue interpretada con una frescura y una espontaneidad que recordaban a las improvisaciones de Schubert en los salones vieneses. Los Cuatro Impromptus, D. 935, fueron ejecutados con una elegancia y una sutileza que pusieron de manifiesto la sensibilidad innata de Piemontesi.
La conexión entre el pianista y el público fue palpable durante toda la velada. Los aplausos entusiastas y las ovaciones al final de cada obra fueron una muestra del agradecimiento del público por una experiencia musical inolvidable. Los asistentes le despidieron puesto en pie mientras disfrutaban de dos bises también extraordinarios: Impromptu 3 op 90, de Schubert y Klavierstück III, del compositor alemán Karlheinz Stockhausen