Entrevista a María José Montiel
¿Por qué ha elegido Alicante para este estreno mundial?
De entrada decir que siempre me he sentido muy comprometida con la música de autores contemporáneos, muchos de ellos vivos, y no podía ser menos con la fantástica y sensible música de Lorenzo Palom, que es hijo de alicantino. Las Canciones de Grunewald, que llevan el nombre del gran Bosque de Berlín, son un homenaje que Palomo ha hecho a sus muchos años vividos en esa ciudad apasionante, en la que como Palomo, han desarrollado su actividad profesional tantos artistas españoles, cantantes, compositores y directores de orquesta. Es una ciudad que adoro y que ahora siento también mía por el trabajo que estoy realizando en la universidad. Por todo ello me siento muy honrada de poder estrenarlas en Alicante y de que Palomo haya pensado en mi voz para componerlas.
¿Qué valoración hace de la labor de la Sociedad de Conciertos de Alicante?
Esta es la tercera vez que me invitan a su ciclo de conciertos y me siento muy honrada; en las dos anteriores he podido sentir la pasión y el muchísimo cariño que ponen todas las personas que hay detrás de la Sociedad de Conciertos para hacer posible que la música de calidad llegue a Alicante, un público que, por otro lado, he podido comprobar que su entrega y su amor por la música es incondicional. Además, llevándolo a un terreno más personal, Alicante tiene mucho significado para mi porque todos los veranos de mi vida, desde que nací, los he pasado allí, por lo que tengo muchísimas vivencias y recuerdos preciosos de esa tierra.
¿Qué balance hace del año 2019?
Ha sido un año muy bonito por varias razones: por un lado porque, aunque ha sido súper intenso profesionalmente por la cantidad de conciertos, óperas y recitales, al mismo tiempo ha resultado muy gratificante, con compromisos que me han hecho muy feliz y por los que me siento muy agradecida; me han quedado recuerdos imborrables como los que viví en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con La Gioconda, con un público entregado y cariñosísimo en cada una de las nueve funciones, o el volver a ponerme en la piel de Dalila en el Festival de Mérida en una fantástica producción de Paco Azorín, o cuando he vuelto a colaborar con la OCNE, esta vez cantando por primera vez Alexander Nevsky, de Prokofiev, o interpretando la Segunda Sinfonía de Mahler, un autor que me apasiona, con el maestro Íñigo Pírfano en ciudades como Zaragoza, Pamplona o San Sebastián, o la Tercera con la Orquesta de Valencia dirigida por el maestro Ramón Tebar, o los emocionantes conciertos para celebrar el 30 aniversario de la Orquesta Sinfónica de Baleares por Mallorca, una tierra tan querida para mi; sin olvidarme de la actividad que venimos realizando con la Fundación Columbus, de la que soy Embajadora, ofreciendo conciertos por todo el mundo y recaudando fondos para niños con cáncer y enfermedades raras, como el que hemos dado este mes en el Museo del Prado. Todo ello se ha coronado este año con mi nombramiento como Catedrática de Canto en la Universität der Künste Berlin, ciudad en la que resido actualmente. En fin, ha sido un no parar, es cierto, pero doy gracias por todo ello.
¿Qué proyectos más relevantes tiene para 2020?
El año que empieza pronto se presenta parecido, por lo que estoy entusiasmada. Además de mis clases en la Universidad de las Artes de Berlín, donde también estoy tratando de divulgar lo máximo posible toda la maravillosa música que nos han dejado los compositores españoles, también la de los contemporáneos vivos (¡quiero recordar que la música española, por experiencia propia, levanta pasiones en todo el mundo!), en febrero volveré a cantar Leonora en La Favorita, de Donizetti, en el Teatro Cervantes de Málaga junto a Carlos Álvarez; también tendré el honor de estrenar el Stabat Mater de Moreno-Buendía con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia; volveré a Oviedo con María Moliner, de Parera Fons, una ópera que estrené hace unos años en el Teatro de la Zarzuela y que nos cuenta la apasionante historia de esta gran mujer; Por otro lado, estoy emocionadísima porque hacia finales de año debutaré en el Teatro Colón de Buenos Aires: además de cumplir un sueño como el de cantar en un teatro mítico con tanta tradición e historia, podré reencontrarme y compartir momentos con amigos y familia, ya que mi marido es argentino y de esa maravillosa ciudad.
¿Cree que en España se apoya y se da el respaldo necesario a la música de calidad?
Pese a iniciativas tan loables como la de la Sociedad de Conciertos de Alicante, hay mucho trabajo por hacer todavía. Viajando por el mundo te das cuenta de que hay otros países como Alemania, por ejemplo, en el que la cultura y la música es algo primordial natural en la sociedad y en el día a día de las personas. Un país sin cultura es un país pobre del alma, por lo que todos tenemos que hacer un esfuerzo adicional para que la música llegue a todos los rincones de la sociedad, y para ello también hay que hacer una gran labor educativa desde la más tierna infancia. Yo intento siempre aportar mi grano de arena.