La primera visita del Quinteto Virtuosos de la Filarmónica de Berlín despertó mucha expectación y se convirtió en una ocasión especial por la dedicatoria de esta actuación a la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante (AEFA), con motivo de las celebraciones del 50 aniversario de la Sociedad de Conciertos de Alicante.
El grupo de cámara formado por los violinistas Laurentius Dinca y Stephan Schulze, el violista Ignacy Miecznikowski, el chelista Stephan Giglberger y el contrabajista Stanislaw Pajak, no decepcionó en su concierto en el Teatro Principal de Alicante. Además de maestría y talento, los músicos que forman parte de una de las orquestas más prestigiosas del mundo también mostraron una conexión muy especial con el público a lo largo de toda la actuación.
El inicio del concierto fue brillante, con una soberbia interpretación del Adagio para cuerdas de Barber, considerada la obra clásica más triste del mundo. La pieza sonó impecable, con la solemnidad de un himno fúnebre que encierra el tono dramático de esta fantástica composición. La interpretación fue técnicamente perfecta, sincera, desnuda de toda pretensión o adorno superfluo, como la obra, que atrapa en la evolución desde la intensidad hacia el silencio.
El ambiente siguió cargado de emotividad con el Adagio Lamentoso, de Bruno Miranda, una pieza contemporánea, de una extraordinaria complejidad y belleza, interpretada con talento y calidez.
El quinteto transformó la emoción más profunda en sonoridad sinfónica cargada de influencias populares, con las tres Danzas eslavas de Leopold Dvorák (op. 46 nº3, op. 72 nº10 y op. 46 nº8), tamizadas con la particular visión del compositor. Una música más amplia y vital, que transmite sensación de espacio y alegría.
Cerró la primera parte una magnífica interpretación de las Danzas húngaras de Brahms (números 5, 3 y 6), un magnífico resumen de esta música que dio popularidad al autor y que recoge todo el folclore europeo relacionado con el exotismo. Destacó en el concierto la ligereza y vivacidad con la que el quinteto vivió la Danza no. 5, quizá la más popular de las 21 que compuso Brahms.
El Quinteto en sol mayor, op. 77, de Dvorák, fue el único protagonista de la segunda parte del programa, una pieza exquisita en la que el grupo camerístico dio muestras evidentes de su virtuosismo y su compenetración, a la altura de la calidad de la obra y de la magia de su melodía. La dulce calidez de la interpretación avanza un fantástico final lleno de ritmo y emoción.
El numeroso público les agradeció el esfuerzo con una prolongada y generosa ovación. El quinteto les respondió con un bis excelente, Con aire de tango de Arturo Cardelús, lleno de expresividad y sentimiento.