La ganadora del XXXVIII Concurso Nacional de Interpretación Sociedad de Conciertos de Alicante-Oftalvist, la pianista Natalie Schwamova, ofreció un brillante recital en el escenario del Aula de Cultura de la Fundación Mediterráneo. A sus 24 años asombra su aplomo y dominio de la técnica, que la convierten en todo un referente de los jóvenes valores.
La artista apunta al firmamento de la música clásica mundial con una completa agenda de conciertos que alterna con su formación en la Cátedra de Piano Fundación Banco Santander de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, donde recibe clases de la profesora Milana Chernyavska. Su progresión es tan excepcional que ha ganado infinidad de premios y recientemente ha recibido, de manos de Su Majestad la Reina Doña Sofía, el diploma de alumna más sobresaliente de su cátedra.
Al finalizar la espectacular velada artística el representante de Oftalvist, Enrique Artiaga, le entregó el cheque de 3.000 euros correspondiente a la dotación económica del Premio Nacional de Interpretación que con tanto merecimiento conquistó hace algo más de seis meses.
Abrió la actuación con el Andante con variazioni en Fa menor H.XVII n,º 6, de Haydn, una pieza que explora una amplia gama de expresiones a lo largo de las variaciones, todas ellas claras y elegantes, desde la melancolía de la primera marcha hasta la ligereza de las florituras. La artista realizó una interpretación llena de dinamismo, ritmo y textura, sin perder el equilibrio de la armonía de la obra, para llegar a una coda en la que ganó intensidad la tonalidad principal.
Abordó de inmediato los Valses Nobles et Sentimentales, de Ravel, una obra maestra de estilo impresionista que llenó el ambiente de evocadores y delicados colores sonoros, que combinan elementos nobles y un profundo sentimentalismo. La composición está llena de armonías novedosas que aportan frescura y modernidad, además de cantidad de matices, estilos y emociones, desde el refinamiento a los más apasionados. La genialidad de Natalie Schwamova le permitió jugar con los acordes para crear sonoridades únicas que desafían las convenciones musicales tradicionales.
Cerró la primera parte con la Balada n.º.2 en Fa major, Op. 38, de Chopin, una de las cuatro piezas de este tipo para piano solo que escribió durante su carrera. Una composición bellísima que narra una historia emocional a través de distintos episodios. La madurez artística de la joven pianista le permitió abordar la complejidad estructural de la obra. La pianista transmitió una amplia gama de emociones apoyada en unas líneas melódicas hermosas y cantabile. Especialmente virtuosa estuvo en las secciones técnicamente desafiantes, como los arpegios y los cambios de tonalidad, para llegar en plenitud a la resolución dramática y emocional de la pieza
Ya en la segunda parte, comenzó con la Máscaras Op.34 Serenada de Don Juan, de Szymanowsky, una creación de estilo modernista con armonías extendidas, colores armónicos ricos y una escritura pianística que explora nuevas posibilidades sonoras innovadoras y desafiantes. La obra sonó expresiva, con una amplia gama de estados de ánimo y emociones, desde lo melancólico hasta lo efervescente. El gran talento que atesora la pianista quedó patente en los recursos técnicos como arpegios, trinos y registros extremos para crear efectos sonoros únicos y expresivos, con variedad de texturas y colores.
Volvió Chopin al programa, esta vez con la Balada n.º 4 en Fa menor Op.54, llena de melodías hermosas, con marcados contrastes entre las secciones desde las más líricas a las más enérgicas y virtuosas que cautivaron a los asistentes. Una obra que desborda una paleta de colores expresivos y texturas pianísticas, en las que la artista exhibió su excepcional destreza técnica.
En la recta final del recital interpretó la Sonata n.º.9 en Fa mayor Op. 68, de Scriabin, también conocida como la Misa Blanca. Una obra que aborda lo místico y lo simbólico, en la que se fusiona la música, la luz, el color y la espiritualidad en una única experiencia artística total. La pieza utiliza una escritura armónica altamente cromática y disonante, para crear un sonido distintivo y expresivo. Natalie Schwamova exploró el registro agudo del piano, utilizando las notas más altas para crear efectos sonoros etéreos y radiantes, hasta alcanzar un clímax grandioso, espiritual y estético.
Cerró el programa la Balada Op.10, n.º 4, de Brahms una composición que fluyó cargada de lirismo en las manos de Schwamova, que bordó los contrastes dinámicos para llenar la sala de belleza armónica. Especial mención merece la maestría con la que la artista bordó una paleta sonora amplísima en la que destacaron los arpegios y los pasajes contrapuntísticos. La intensidad fue creciendo en este viaje emocional a través de la música hacia la vibrante coda final.
Los asistentes premiaron el esfuerzo con un caluroso aplauso que fue correspondido con el bis Estudio n.º 10, de Franz Listz.