Como dice el tango Volver de Gardel, “veinte años no es nada”. Dos décadas han pasado desde que el tenor alemán Christoph Prégardien visitó por primera vez la Sociedad de Conciertos de Alicante, también acompañado al piano por Michael Gees, y su concierto reciente en el Teatro Principal de Alicante entusiasmó tanto como el de 2002. Uno de los especialistas en lied más afamados del mundo regaló a una audiencia entusiasmada una noche llena de sensibilidad y poesía, con una voz bella, madura y serena, técnicamente perfecta, un fraseo musical y expresivo, acompañado de una dicción clara y precisa, pero dotada de una naturalidad hipnotizadora.
Prégardien ofreció un recital magistral que fue creciendo en intensidad conforme fue avanzado en la ejecución de las 20 canciones que componen la obra La bella molinera D. 795, de Franz Schubert, una de las cumbres del repertorio liederístico, en un concierto sin interrupciones, que nos transportó a un mundo de romanticismo y pasión.
El tenor dibujó con su voz cristalina y su exquisito virtuosismo un viaje emocional por la naturaleza como reflejo del alma y sumergió al público en la historia del joven molinero enamorado, plasmando con maestría cada uno de los sentimientos del protagonista. Su interpretación fue un derroche de talento y amor que cautivó al público desde la primera nota.
Los asistentes vivieron cada segundo de la obra: desde la melancolía inspiradora de Des Müllerins Lied, hasta la desesperada y dramática Mein!, pasando por el frenético lied Ungeduld que puso a prueba la agilidad vocal de Prégardien, quien demostró un control absoluto sobre su voz. Cada una de las canciones del ciclo fue interpretada con una intensidad medida, un rango vocal adecuado y una belleza que arrebató el aliento a los asistentes.
Durante una hora la complicidad de Prégardien y Gees creó una atmósfera mágica, en la música y la poética se fundieron para elevar al público a un mundo de sensaciones arrebatadoras, para culminar con Des Baches Wiegenlied: una pieza final conmovedora que representa la aceptación de la muerte y la resignación del joven.
El público agradeció el derroche artístico con una cerrada ovación a la que el tenor respondió con el bis Liebesbotschaft del ciclo Schwanengesang, también de Schubert.