La joven pianista de origen armenio Sofya Melikyan mostró su gran capacidad técnica en un exquisito programa plagado de piezas complejas y exigentes en las que quedó patente el virtuosismo de la artista y su versatilidad. Una nota destacada del concierto organizado por la Fundación Sociedad de Conciertos de Alicante y celebrado en el Aula de Cultura de la Fundación Mediterráneo, fue la versatilidad y la capacidad para generar infinidad de texturas.
Su capacidad para dar vida a la música con un sentido de libertad y expresión personal, sin perder la estructura y el carácter estilístico de la obra quedó patente desde la primera nota de la pieza de apertura, Quatre Hommages pour le piano, de Ridarco Viñes, autor al que ha dedicado su última grabación. es una obra fascinante y compleja, que rinde tributo a cuatro compositores influyentes en la vida musical de Viñes: Gabriel Fauré, Isaac Albéniz, Claude Debussy y Emmanuel Chabrier, como indicó la pianista en su intervención antes de iniciar la actuación. Esta suite para piano, tanto en su estructura como en su ejecución, presenta características únicas y desafíos técnicos considerables, a los que Melikyan dio una respuesta soberbia. La pianista manejó una amplia gama de dinámicas y de ritmos complejos con extraordinaria precisión para transitar por el lirismo etéreo de Fauré, hasta el humor vigoroso de Chabrier, pasando por los ritmos ibéricos de Albéniz, y el impresionismo sutil de Debussy.
Se adentró de inmediato en la colección de Miroirs, M. 43, de Mauric Ravel que destacan por su innovación, virtuosismo y evocación impresionista. Comenzó con Noctuelles, una pieza que llena de evocación a la naturaleza etérea, llena de complejas texturas y pasajes ligeros, para continuar con Oiseaux triste, llena de lírica y melancolía, en la que destaca el uso del silencio; de pronto llegaron los ritmos virtuosos de Alborada del gracioso, en la que demostró su técnica brillante, por su vivacidad; para cerrar con la extraordinaria y vibrante sonoridad de campanas de La vallée des cloches. Toda una demostración de su profunda comprensión musical y su dominio técnico.
Cerró la prodigiosa primera parte con El Impromptu No. 2 en Fa menor, Op. 31, de Gabriel Fauré, una pieza que destaca por su capacidad evocadora, refinamiento y su sutil uso de armonías, texturas ricas y su fraseo elegante. Sofya Melikyan aprovechó a la perfección la estructura libre de la obra para explorar una amplia gama de emociones y colores, al afrontar los contrastantes que alternan pasajes líricos y virtuosos. La melodía principal sonó fluida y conmovedora. Es de destacar el uso brillante de armonías ricas y a veces inesperadas, que contribuyen a crear un paisaje sonoro mezcla de modernidad y romanticismo.
Reanudo la actuación con la Danza Antigua: Tres Movimientos, de Óscar Esplá, una composición que combina la riqueza de la tradición musical española con un lenguaje armónico moderno y sofisticado. Melikyan mostró todas sus habilidades técnicas y su profunda comprensión estilística, con unas melodías expresivas que refuerzan la evocación histórica. La pianista ofreció una amplia gama de texturas, desde la polifonía compleja hasta la homofonía más clara. Destacó el manejo de los contrapuntos, desde los pianísimos más delicados hasta los fortísimos más potentes, a menudo en rápidas sucesiones.
Cerró el magnífico concierto con la obra En Languedoc. de Déodat de Séverac, un ejemplo del estilo impresionista del creador, en el que combina elementos de la música popular francesa con una rica paleta armónica y un abanico muy amplio de texturas. Melikyan generó preciosas atmósferas llenas de color mediante los acordes extendidos y modulaciones sutiles, a veces inesperadas que aportaron frescura, ligereza y originalidad. La naturalidad del fraseo y el adecuado uso de los ornamentos melódicos añadió un toque de autenticidad y color a la interpretación. Un cierre espectacular en la que la artista demostró sus habilidades técnicas y una profunda comprensión estilística para mostrar las sutilezas y los matices de la composición.
El público disfrutó de la actuación y le premió con una gran ovación, a la que la pianista respondió con el movimiento n.º 3, Mountaneers dance de Armenian Bas-Reliefs, de la compositora armenia Geghuni Chitchyan, de regalo.