Impresiona ver a Antoine Tamestit sobre el escenario con la viola Stradivarius de 1672 como primera imagen del concierto. En su segunda vista al Teatro Principal de Alicante dio sobradas muestras de por qué es ampliamente reconocido como uno de los violistas más destacados de su generación por su talento excepcional, su técnica impecable, una expresividad musical conmovedora y una versatilidad estilística fuera de lo común. Esta vez actuó acompañado por un debutante, joven pianista, Mao Fujita, que se ha ganado un gran reconocimiento internacional por su virtuosismo y su profundidad interpretativa. Ambos ofrecieron un concierto excepcional, superando los desafíos de un complicado repertorio.
Comenzó el recital con La Sonata en Mi menor, K.304, de Mozart, una obra sobresaliente que exhibe una combinación de estructura clásica, expresividad emocional y de desafío técnico, que puso a prueba la capacidad técnica de la pareja de intérpretes. Una pieza llena de expresividad emocional, sobre todo en el segundo movimiento, que contrastó con la vitalidad del primero. El violista y el pianista combinaron, con excepcional equilibrio, ambos instrumentos, mostrando unos diálogos claros y llenos de virtuosismo, con momentos de contrapunto y preciosas homofonías.
De inmediato llegó la Arpeggione Sonata D.821, de Schubert, una composición que emocionó por su belleza melódica y expresividad y lirismo, explorando una amplia paleta emocional, desde la melancolía a la exaltación. Los músicos desplegaron una amplitud armónica llena de profundidad musical gracias a una gran variedad de textura en los pasajes íntimos, pero también en los más enérgicos, para llevar a los asistentes una diversidad de estados de ánimo que les cautivaron.
Tras el descanso llegó el momento del monográfico dedicado a Schumann. Primero con la pieza Las Marchenbilder (Cuadros de Cuentos) Op. 113. Una creación destacada de su repertorio para viola y piano, capaz de genera un ambiente evocador de cuentos y narrativas. Durante la interpretación los asistentes disfrutaron de melodías memorables gracias a una gran paleta de colores y exquisitos matices. Especial atención pusieron en los timbres y efectos sonoros a lo largo de la obra, con el uso de arcos largos y legato en la viola, así como pedales y cambios de registro en el piano.
A continuación 3 selected Lieder, una selección de canciones cargadas de lírica y poesía, que llenaron el ambiente de sentimientos idílicos. Con cambios emocionales desde el intimismo al regocijo, creando atmósferas únicas gracias a los diferentes estilos musicales.
Cerró el concierto el Adagio & Allegro, Op. 70, una obra genial en la que Tamestit y Fujita lograron un perfecto equilibro entre virtuosismo técnico y expresividad emocional, sobre todo en el diálogo musical íntimo y expresivo entre viola y piano, generando una textura musical rica y envolvente. Ambos estuvieron fantásticos tanto en los pasajes virtuosos y rápidos como eh las secciones líricas, creando atmósferas únicas tanto en el Adagio (introspectivo y meditativo), como en el Allegro (enérgico y virtuoso), creando un contraste dramático entre los dos movimientos.
El público les premió con un largo y caluroso aplauso que los artistas agradecieron con el lied Widmung, de Robert Schumann.