La delicada magia del más puro y delicado romanticismo flotó en el ambiente del Teatro Principal con el monográfico que la aclamada pianista Yulianna Avdeeva dedicó a Chopin, su autor favorito. El recital, organizado por la Sociedad de Conciertos de Alicante, dejó al público maravillado. Avdeeva, conocida internacionalmente por su técnica impecable, su profunda musicalidad y su carisma en el escenario, ofreció una audición que fue un auténtico derroche de virtuosismo y emociones. La artista, ofreció un recital que destiló tanta suavidad, delicadeza y elegancia como el traje rosa palo que vistió para la ocasión.
Desde los primeros compases, Avdeeva demostró su dominio del teclado, con una claridad de sonido y una precisión asombrosas. Su capacidad para controlar los matices y la dinámica del piano fue sencillamente excepcional, creando una paleta de colores y emociones que transportó al público al universo íntimo y apasionado de Chopin.
La primera parte del concierto fue un recorrido por algunas de las obras más emblemáticas del compositor polaco. La Polonesa-Fantasía Op. 61 fue interpretada con una majestuosidad y un lirismo conmovedores, destacando los contrastes entre los momentos de bravura y las secciones más introspectivas. La Barcarola Op. 60 fue un canto de belleza y serenidad, con una melodía que fluía con naturalidad y un acompañamiento que evocaba el movimiento de las olas. En el Preludio en do sostenido menor Op. 45, Avdeeva derrochó capacidad para crear atmósferas misteriosas y evocadoras, con un sonido denso y profundo. El Scherzo n,º 3 en do sostenido menor Op. 39 se transformó en un torbellino de energía y capacidad técnica, con una interpretación que destacó por la complejidad rítmica y la arrolladora fuerza dramática de la pianista. El Andante spianato et Grande polonaise brillante Op. 22 supuso un final apoteósico para la primera parte, con una interpretación que combinó elegancia y brillantez, y alcanzó el punto más alto en la construcción de clímax emocionantes.
La segunda parte del concierto estuvo dedicada a obras más íntimas y personales de Chopin. Las Tres Mazurcas Op. 59 llenaron la sala de una sensibilidad y un lirismo exquisitos, destacando la riqueza melódica y la variedad rítmica de estas pequeñas joyas. La Sonata n.º 3 en si menor Op. 58, el plato fuerte de la noche, no defraudó. Se trata de una obra de gran envergadura que Avdeeva abordó con una maestría y una pasión arrolladoras. Su interpretación fue un ejemplo de equilibrio entre la técnica y la emoción, con momentos de gran intensidad dramática y otros de profunda belleza poética.
El público, entregado desde el primer momento, premió a Avdeeva con una ovación cerrada y prolongada, reconociendo así su talento y su entrega en el escenario para transmitir la esencia de la música con una técnica impecable y una sensibilidad exquisita. La pianista les regaló la pieza Mazurca en A minor Op.67 n.º 4, también de Chopin, una obra delicada y conmovedora, que dejó un recuerdo agradable a los asistentes.