
El presidente de la Fundación Sociedad de Conciertos de Alicante, Alfonso Ramón-Borja, abrió el acto con unas conmovedoras palabras dedicadas a Rafael Beltrán, secretario y programador de la Sociedad de Conciertos de Alicante durante 52 años, que falleció recientemente “y que recorrió el mundo para atraer a los mejores de los mejores y programar los 1.000 conciertos de los que hemos disfrutado en el Teatro Principal hasta ahora y todos los organizados para este curso”. Añadió que hizo un gran esfuerzo para traer a Alicante “una ciudad pequeña, desde 1972, a estos grandes artistas, cuando aquí no venía nadie a hacer nada de música”. Ha reconocido en su intervención que Rafael Beltrán ha legado una cultura musical de excelencia y “para el día de hoy nos ha dejado un regalo, la actuación de un tenor de prestigio internacional: Mark Padmore”. Los asistentes dedicaron a la memoria de Rafael Beltrán una sentida y calurosa ovación.
Asistieron al evento la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, la directora adjunta de Música y Cultura Popular Valenciana, Beatriz Traver, el concejal de Movilidad Urbana, Carlos de Juan Carrillo, así como familiares de Rafael Beltrán.
Y de pronto, llegó el regalo en forma de recital de Mark Padmore, acompañado por la maestría sutil del pianista Andrew West. Fue una audición de Lieder que no solo celebró el pasado, sino que proyectó con luz propia el futuro de la institución. La elección del programa fue un homenaje exquisito al romanticismo alemán, un arco emocional que se extendió desde la introspección apasionada de los Schumann y Brahms hasta la melancolía luminosa de Schubert.
Diálogo de almas románticas
El telón se alzó para una inmersión profunda en el universo del Lied, comenzando con una reverencia necesaria a Clara Schumann. Padmore, con su voz lírica y matizada, dio vida a la delicadeza y el tormento que impregnan poemas como Ich stand in dunklen Träumen y la elegancia serena de Der Mond kommt still gegangen. La interpretación de Liebst du um Schönheit fue un momento de pura ternura, con West tejiendo un tapiz pianístico de una sensibilidad suprema.
La intensidad dramática se elevó con las piezas de Robert Schumann del ciclo Hans Christian Andersen Lieder. La voz del tenor capturó la inocencia trágica de Muttertraum y el fervor inquietante de Der Soldat, mostrando una compenetración con Andrew West digna de elogio. El pianista no fue un mero acompañante, sino un interlocutor esencial que dibujó el ambiente adecuado de cada narrativa.
La primera mitad culminó con la densidad emocional de Johannes Brahms. El tenor abordó con una profundidad conmovedora la calma reflexiva de Wir wandelten y la inmensidad lírica de Die Mainacht, una pieza cumbre del repertorio que fue interpretada con una mezcla de control y abandono que conmovió al patio de butacas. La culminación, con Unbewegte laue Luft, cerró un primer acto de altísimo nivel, un verdadero testimonio de la edad de oro del arte del Lied.
La luz eterna de Schubert
Tras el intermedio, la actuación se dedicó por completo al genio de Franz Schubert. El peso simbólico de este compositor, considerado la quintaesencia del Lied, fue un cierre perfecto para un concierto de celebración.
Padmore demostró su absoluto dominio del estilo schubertiano, navegando con naturalidad entre la introspección filosófica de Der Wanderer an den Mond y el lirismo casi operístico de la Romanze aus Rosamunde. Cada pieza fue un pequeño universo en sí mismo. En Im Frühling se percibía el despertar de la naturaleza, mientras que en Der Einsame, la voz del tenor transmitía la soledad con una nobleza desoladora.
Andrew West, al piano, fue la encarnación de la elegancia y la precisión. En piezas como Nachtstück y Der Winterabend, su ejecución no solo apoyaba, sino que profundizaba el significado de los textos, revelando la riqueza armónica y la complejidad estructural de las partituras. El diálogo entre voz y piano alcanzó momentos de trascendencia, donde el tiempo parecía detenerse.
El público le brindó una prolongada ovación y Mark Padmore les regaló el último lied compuesto por Franz Schubert, titulado Die Taubenpost (El correo de las palomas).







