La Sociedad de Conciertos de Alicante regaló anoche al público del Teatro Principal una velada de sublime belleza sonora. El prestigioso grupo vocal Concerto Italiano, bajo la batuta experta y apasionada del maestro Rinaldo Alessandrini, nos transportó al corazón del Renacimiento tardío con la interpretación íntegra de los quince madrigales para cinco voces del Libro III, de Claudio Monteverdi.
A lo largo de la actuación, los asistentes disfrutaron de la capacidad que tenía Monteverdi para explorar las posibilidades expresivas de cada voz, otorgándoles momentos de protagonismo que resaltaron sus cualidades individuales sin perder la cohesión del conjunto. En madrigales como Stracciami pur il core, la interacción entre las diferentes voces, con sus juegos de imitaciones y contrastes, cobró vida de manera fascinante gracias a la sensibilidad interpretativa de Concierto Italiano.
Desde el primer acorde, la precisión y la calidez de las voces llenaron la sala, evidenciando la maestría técnica de cada uno de los intérpretes. Las sopranos Monica Piccinini y Sonia Tedla demostraron una claridad cristalina en sus líneas melódicas, con agudos brillantes y una afinación impecable. Pudimos apreciar su delicadeza en piezas como O come è gran martire, donde sus voces se entrelazaban con una emotividad contenida.
La mezzosoprano María Chiara Gallo aportó una riqueza tonal y una profundidad expresiva fundamental para la textura polifónica. Su timbre cálido y aterciopelado enriqueció pasajes de gran intensidad dramática, como en Se per estremo ardore, donde su voz se erigió como un eje central de la narración musical.
La cuerda masculina también dio muestras de su gran virtuosismo y empaste. El alto Andrés Montilla exhibió una voz ágil y de timbre dulce, esencial para el equilibrio armónico. El tenor Raffaele Giordani destacó por su dicción clara y su capacidad para transmitir la pasión inherente a estos madrigales, especialmente en aquellos pasajes de mayor vehemencia. Finalmente, el bajo Gabriele Lombardi cimentó el conjunto con una solidez y una resonancia que proporcionaron una base firme y envolvente a la intrincada arquitectura sonora monteverdiana.
La dirección de Rinaldo Alessandrini fue, sin duda, un factor clave en el éxito de la noche. Su gesto preciso y su profundo conocimiento de la obra permitieron extraer la esencia dramática y la belleza melódica de cada madrigal. Se notaba un trabajo minucioso en la articulación, el fraseo y la dinámica, lo que resultó en una interpretación llena de matices y de una intensidad conmovedora.
El propio director agradeció la prolongada ovación del público al presentar el único bis que regalaron a los asistentes. En su intervención confesó que adelantaban, en primicia, una pieza de su próxima grabación: la pieza Ahi dolor, che m’uccidi, del compositor Crescenzio Salzilli. Ha sido la primera vez que suena en España esta obra desde que fue compuesta.